La historia
Es bien sabido que antiguamente se desarrollaban distintas técnicas culinarias que buscaban solventar una determinada necesidad, a fin de preparar los alimentos de manera más cómoda o en la que se explotara mejor el sabor.
Y para darnos una idea de la cantidad de tiempo que lleva ocurriendo esto, solo debemos recordar algunas como el Curanto en hoyo, la cual sorprendentemente, surge hace más de once mil años atrás.
O eso es lo que revelan los restos arqueológicos que se han encontrado hasta ahora, en Ancud, una ciudad chilena. Los cuales indican que los primeros habitantes de lo que actualmente es América del Sur, usaban este método.
En cuanto a lo motivos por el cual lo empleaban, solo existen suposiciones; pero quizás la más sonada nos dice que fue creada por pura supervivencia, pues al tener un clima tan difícil de por medio ―con lluvias, nieve y brisas―, construir fogatas no siempre era una buena idea.
Es así que comienzan a pensar, «¿qué podemos hacer cuando hay mal clima?» Y concluyeron que, el calor también debía existir bajo tierra, así que ¿por qué no aprovecharlo?
Y eso fue exactamente lo que hicieron; a tal grado que con el pasar de los años, la técnica se expandió por todo Chile, y por el resto del continente. Existiendo registros del curanto en siglos como el XVI, XIX y el XX.
Características del curanto
El pozo donde se desarrolla suele medir metro y medio. En el mismo se colocan piedras y brasas.
Normalmente se emplea al elaborar platos como: arveja, vegetales, carne, frutas, mariscos, lácteos; papa, zanahoria, queso, batata, manzana, pollo, almejas, longaniza, corvina y repollo.
Curiosamente continúa vigente hoy en día, aunque existan cocinas eléctricas y a gas, además de un montón de artilugios de cocina. ¿No es impresionante?