Demos un paseo histórico
Sus orígenes nos llevan muy atrás en el tiempo, específicamente algunos siglos antes de Cristo. En un lugar no identificado donde llamaron al plato «tyropatina», un nombre bastante peculiar si se lo preguntas a cualquiera.
Este también contaba con el huevo como ingrediente base; así como con la aprobación de romanos, griegos y fenicios. Siendo los primeros nombrados, quienes aparentemente le vieron nacer.
Dado que ellos tuvieron la idea de domesticar pollos para usar los huevos en distintas mezclas de alimentos, tras haber confirmado que eran consumibles.
¡Ah! Pero es que eso no queda ahí, porque ahora que sabemos esto, debemos hacer una parada en la Edad Media, cuando una nueva mezcla se hace presente. La misma, mantenía el huevo como base, pero incluía miel y leche; y tiempo después, también azúcar.
Luego aterrizamos en el siglo VII, cuando el junte adoptaría el nombre de «flan», que, traducido al español, sería «torta plana». Agrupando los ingredientes de la edad media, que se sumaron al caramelo.
Y el resto es historia, al expandirse por todo el mundo, donde cada país fue aportando sus ingredientes locales hasta adueñarse de él, como lo hicieron en Chile, donde cambiaría el modo de preparación y el nombre, por «leche asada».
De modo que ya no se consideraba un derivado del flan, y fue convertido en dulce tradicional chileno.
Quedando conformado por leche y huevo como estelares, y la canela en polvo, especies variadas y vainilla, como añadidos.
Ahora, después de estos saltos temporales ya puedes afirmar que conoces bien la leche asada.